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domingo, 23 de febrero de 2020

Edificio Sanchón




En octubre de 1935 Francisco Castro Represas firma el proyecto de un edificio para Natalio Sanchón. El solar donde se construiría sería en el número 22 de la calle Policarpo Sanz.


Con un trabajo de cantería ejecutado por el conocido maestro cantero Ángel García Martínez y con granito blanco de la sierra de Castrelos, Castro firmó una de sus obras más emblemáticas, el Edificio Sanchón.

También conocido como "la plancha" (por su parecido con el electrodoméstico), el edificio consta de planta baja y cuatro pisos. Tiene una planta trapezoidal y presenta un frente simétrico (o casi simétrico si no fuera por la franja de ojos de buey que hay en el extremo izquierdo) con una fachada de granito blanco. La estructura es metálica y de hormigón armado en los forjados y pilares, lo que permitió racionalizar la distribución de viviendas y oficinas.

En este edificio Castro Represas buscó la combinación de dos estilos arquitectónicos en principio contrapuestos: por un lado un estilo tradicional, caracterizado por el uso de un material noble como es el granito, y por otro un estilo racionalista plasmado entre otras cosas con la simplicidad de formas que caracteriza este movimiento.

De la fachada destaca el cuerpo central, más ornamentado que el resto y con una serie de franjas escalonadas verticales que terminan en una “peineta”. Ésta junto a los laterales del cuerpo provocan un efecto de verticalidad frente a la horizontalidad del resto del edificio, con apaisadas ventanas de gran tamaño.

La decoración está inspirada en el art déco y destacan los balcones terminados en curva, las barandillas de sección circular metálicas, las ventanas apaisadas y los pilares cilíndricos.


El edificio termina con una terraza en la cubierta donde se añadió una planta atrasada con respecto a la fachada.

El conjunto parece inspirado en la construccón naval. La utilización formal de los ojos de buey, las escaleras y las barandillas de tubos metálicos y demás elementos parecen propias de los barcos.


Se trata sin duda de una de las mejores muestras de la arquitectura racionalista de nuestra ciudad, y todo un ejemplo de cómo construir un edificio moderno respetando el entorno.

Hace unos años fue rehabilitada su fachada e inexplicablemente se le añadió un volumen de piedra que altera notablemente el conjunto.