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domingo, 23 de febrero de 2020

Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (antiguo Palacio de Justicia) (1861-1880)





El Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO) es uno de los edificios más conocidos de nuestra ciudad. A ello ayuda su función y su situación, en pleno centro de Vigo en la calle Príncipe.


Representa además un ejemplo de rehabilitación, y de cómo un edificio "feo", viejo y mal conservado puede convertirse en un icono arquitectónico y dedicarse a fines culturales y sociales.


El edificio nació en el siglo XIX. El Vigo de 1861 necesitaba como agua de mayo "una cárcel pública, cómoda, segura y salubre", en palabras de Taboada Leal.


Es por ello que el 16 de mayo de ese mismo año, el organismo ministerial competente en la materia aprueba la construcción de una nueva prisión para la ciudad de Vigo y encarga el proyecto al arquitecto provincial.


Su autoría corresponde al arquitecto José María Ortiz y Sánchez. Pero lo que en un principio se proyectó tan sólo como cárcel se convirtió en un Palacio de Justicia con juzgados, prisiones y albergue para los guardianes.


Su construcción terminó en 1880, siendo esa la fecha que se inscribió sobre mármol blanco en el frontispicio de la fachada principal del edificio.

En sus inicios, el inmueble, de planta hexagonal irregular, ocupaba una superficie de 3.230 metros cuadrados, de los cuales 2.470 pertenecían a la superficie cerrada y cubierta, y los 760 restantes a los cuatro patios interiores.

Su fachada principal que daba a la antigua carretera de Orense (lo que hoy es la calle Príncipe), destaca por ser muy esbelta en sus proporciones y por el elevado zócalo que la recorre. Tiene un cuerpo central ligeramente saliente de sillares almohadillados y una escalinata y un tratamiento decorativo que impregnan al edificio de un carácter noble y señorial.


En la segunda planta presenta un balcón corrido de piedra sobre ménsulas del mismo material. Sobre él destacan tres puertas con forma de arcos semicirculares enmarcadas entre pilastras corintias que se prolongan en un remate que sostiene un reloj.

El cuerpo central así como todos los detalles constructivos (zócalo, antepechos corridos, esquinales, recercados, cornisas, remates,...) están hechos con sillería de granito. Los entrepaños están realizados en cambio con muros de mampostería revestida.

Esta alternancia y proporción de huecos y macizos dota a la composición central del edificio muchísima armonía.


En contraposición a la fachada principal, las fachadas laterales y posterior (que dan a la Ronda de Don Bosco y a la calle el Progreso) resultan un poco pesadas en su relación vanos-macizos. Esto puede entenderse dada la función de prisión que desempeñaba el edificio.


La entrada posterior destaca por su verticalidad en su disposición decorativa. Se enmarca en una especie de pilastras dentadas de sillares almohadillados y se remata con un petril y frontón con hueco circular. Todos los elementos decorativos (zócalo, enmarques, recercados,...) son de sillería de granito. El resto está revestido con mortero coloreado imitando al ladrillo.

Aunque si por algo es singular este edificio es sin duda por su singular disposición.

Su planta hexagonal irregular se desarrolla sobre un eje de simetría central y perpendicular a la fachada principal. Está formada por un cuerpo forntal rectangular de triple crujía y de 66 por 13,20 metros con fachada a la calle Príncipe, tres naves radiales de 11 metros de ancho que parten de un cuerpo central circular de 22 metros de diámetro, y otros cuerpos laterales de 6,6 y 6 metros de ancho que cierran y completan los otros cinco lados del inmueble.


Esta disposición radial de las naves ya fue utilizada a finales del siglo XVIII en la Maison de Force en Ackerghem (en las afueras de Gante) y siguió usándose ocasionalmente después de 1900. Tenía como finalidad razón de ser favorecer la labor de vigilancia.



En su interior cabe destacar las galerías, así como la rotonda central donde se situaba la capilla y las escaleras. Se iluminaban cenitalmente con vidrieras, que juntos a los patios interiores, daban una claridad luminosa natural increíble.


En el interior también se empleó la sillería labrada de granito, sobre todo en los elementos resistentes.


Aunque en su origen fue de dos plantas, al cabo de unos años se le añadió una tercera en los tres cuerpos de fachada posteriores y en la nave central que los comunica.

Así, el edificio pasó a disponer de una superficie cerrada total de 5.800 metros cuadrados.

El edificio estaba incluído en el ya anulado "Plan Especial de Protección de Edificios, Conjuntos y Elementos a conservar" de 1983 como elemento conservable básico. Sin saber el motivo se le fue borrada tal consideración y se dejó en libertad su derribo, ya que el Concello tenía un proyecto mucho más grandioso. Encargando el proyecto al arquitecto Ricardo Bofil, se pretendía derribar el edificio para crear una plaza abierta ("Plaza de la Concordia" era su nombre) y una pequeña edificación que subvencionara el coste de las obras.


Sin embargo, surgen voces discordantes con el proyecto. El prestigioso arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira se manifiesta en 1986 contrario a su derribo y aboga por su conservación, motivo por el cual el alcalde (Don Manuel Soto Ferreiro) decide prescindir de sus servicios. También se muestra a favor de su conservación el arquitecto Javier Sainz de Oinza, el catedrático de Historia del Arte de la Escuela Superior de Madrid, Pedro Navascués Palacio, el Colegio de Arquitectos y varios intelectuales vigueses.


Finalmente la lucha de estas personas desinteresadas obtiene sus frutos y el 6 de octubre de 1990 la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta de Galicia declara el edificio como Bien de Interés Cultural. Así, el 24 de marzo de 1995 (siendo alcalde de la ciudad Don Carlos González Príncipe) se adjudica el proyecto de rehabilitación al equipo de arquitectos vigueses Salvador Fraga Rivas, Francisco Javier García-Quijada Romero y Manuel Portolés Sanjuán. El objetivo es destinar el inmueble a Museo de Arte Contemporáneo (MARCO).


El proyecto de rehabilitación propuesto por los arquitectos ha querido respetar la fisionomía original del antiguo edificio. Aunque mantiene su esquema radial se ha modificado su fachada posterior dotando al edificio de un paseo peatonal, con escalinata que lo comunica con las calles posteriores.


Las obras comenzaron en otoño de 1999.



El 22 de octubre de 2002, el Concello de Vigo, la Xunta de Galicia, la Diputación Provincial de Pontevedra y Caixanova crean la Fundación MARCO, una fundación encargada de gestionar las actividades del museo y bajo la tutela del Servicio de Fundaciones de la Xunta de Galicia. Su primer presupuesto para el museo fue de 2 millones de euros.

Finalmente se inaugura el 15 de novimebre de 2002.


Cabe señalar también que el 11 de enero también entra a formar parte de la Fundación MARCO el Ministerio de Cultura.


El actual edificio dispone de más de 10.000 metros cuadrados divididos en cutrao plantas y un edificio anexo. Destaca sobre todo el panóptico central rematado con una cúpula acristalada, del que parten radialmente las tres galerías y los antiguos cuatro patios.

La planta sótano es de uso restringido y está destinada a servicios técnicos, almacén de obras y maquinaria.


La planta principal alberga la zona de libre acceso con las salas de exposiciones (2.000 metros cuadrados) y cafetería-restaurante, tienda-librería, guardarropa, hall de información y sala de actos-auditorio.


La planta primera está dedicada exclusivamente a exposiciones (1.690 metros cuadrados) y el resto a Centro de Documentación, Mediateca, un taller pedagógico infantil y un guardarropa.


Finalmente, en la segunda planta se ubican las oficinas del personal. Cuenta con dos espacios independientes bajo-techo con acceso exclusivo desde las oficinas de los extremos de la planta que albergan el despacho de dirección y la oficina de la Asociación de Amigos del Museo, respectivamente.

El museo también cuenta con un pequeño edificio situado en la parte posterior del edificio destinado a Sala de Proyectos.

Se trata del museo de arte contemporáneo más grande de Galicia y uno de los mejor dotados del país. Cuenta con sistemas de control de humedad y temperatura para cada zona según las necesidades, almacenes separados para pintura, obra en papel y escultura, puertas de gran altura que facilitan el montaje de exposiciones, sistemas de seguridad inteligente con acceso mediante tarjetas, etc.